Mucha gente en todo el mundo estaría de acuerdo en que actualmente nos encontramos en una emergencia climática. El informe del IPCC, publicado el año pasado, es una lectura difícil. Los profesionales del sector de la construcción se han lanzado a la acción climática directa, con organizaciones como ACAN y Architects Declare que promueven la alfabetización sobre el carbono y piden a los diseñadores que reevalúen su forma de ejercer.
Dentro de esta conversación más amplia sobre el cambio climático, es frecuente la aparición de una frase: la economía circular. En su esencia, la economía circular redefine la forma en que el mundo consume y produce bienes y servicios. Es un marco económico, pero también social, que busca un cambio en el consumo de recursos finitos y busca, en la medida de lo posible, eliminar los residuos y la contaminación.
Desde el punto de vista de la arquitectura y el diseño, la definición es más evidente. La transición a las fuentes de energía renovables ha cobrado protagonismo en las conversaciones sobre diseño, y la reutilización, reparación y reciclaje de materiales se ha convertido en el modus operandi de un gran número de estudios de arquitectura. Desde el punto de vista urbano, la economía circular también es un tema frecuente en los debates y la elaboración de políticas, con ciudades como Praga estableciendo una economía circular local.
La esencia misma de una economía circular significa la interrogación profunda de los sistemas interrelacionados, desde una escala local, regional, hasta la global. Eso significa la inclusión holística del Sur Global. Se trata de un término discutido, pero útil, que delimita a los estados menos desarrollados económicamente, la mayoría de los cuales soportaron el peso del imperialismo y el colonialismo, y por tanto enriquecieron a los estados del "Norte Global".
No se trata tanto de que esta inclusión se produzca o no, se produce. Sino que, especialmente en lo que se refiere al entorno construido en el Sur Global, las soluciones adaptadas a la economía circular pueden a veces no sondear adecuadamente los sistemas en cuestión.
La Fundación Ellen MacArthur, que busca inspirar la construcción de una economía circular positiva en el futuro, cuenta con un amplio número de recursos que examinan la economía circular desde diversos puntos de vista. Para el contexto africano, la fundación dispone de un documento en el que se analizan las oportunidades en relación con la economía circular y el entorno construido. Se trata de un estudio detallado que incorpora soluciones como el uso de materiales locales en la construcción rural y urbana y la defensa del diseño bioclimático.
Sin embargo, el estudio no tiene en cuenta importantes consideraciones sistémicas, como la importante advertencia de que los países africanos están lejos de estar en igualdad de condiciones. Una forma muy visible de que esto se manifieste es en lo que podría considerarse como el problema integral que una economía circular busca eliminar: el de los residuos.
Lejos de ser un concepto abstracto, los residuos tienen ramificaciones extremadamente reales para la salud urbana de las ciudades africanas, creando riesgos de enfermedades e inundaciones, por no hablar del impacto medioambiental. Sin embargo, estos residuos en muchos países africanos y otras naciones del Sur Global están lejos de ser sólo un problema doméstico. Por el contrario, una gran parte de los residuos que se encuentran en estos países son importados.
La estructura de la economía mundial actual ha creado un sistema tremendamente desigual en el que los países más ricos envían residuos al extranjero para reducir los vertederos nacionales. La Unión Europea es el mayor exportador de residuos plásticos, mientras que Estados Unidos es el primer exportador a nivel de país.
En Ghana, los residuos plásticos europeos llegan constantemente a sus playas debido a la conexión del país con el océano Atlántico. Kenia, a pesar de la prohibición de los plásticos de un solo uso en las zonas protegidas, sigue inundada de plástico procedente de los países desarrollados. Si no se aborda este desequilibrio de poder inherente cuando se busca la aplicación de una economía circular, se corre el riesgo de aplicar soluciones provisionales en el entorno construido que funcionan mal como proyectos a largo plazo.
En medio del problema de los residuos plásticos en Kenia, una empresa noruega se asoció con ONU-Hábitat para un ambicioso proyecto: construir viviendas con plástico reciclado. Los residuos de plástico se trituran y se mezclan con otros materiales para crear una estructura resistente.
Con una casa de muestra que se construirá en Kenia, que es un objetivo admirable, pero que expone los límites de documentos como el elaborado por la fundación Ellen MacArthur, que no se comprometen con el comercio mundial de residuos plásticos. Una economía circular realmente exitosa considerará la eliminación de los residuos no sólo en el contexto local, sino que planteará la pregunta más política de adónde van a parar todos los residuos de los países desarrollados.
Las casas hechas de plástico reciclado en Kenia podrían resolver el problema de la provisión inmediata de viviendas, pero proyectos como ese estarán lejos de ser verdaderos éxitos en materia de reciclaje y eliminación de residuos si en el futuro es probable que lleguen a las ciudades kenianas más residuos procedentes de los países desarrollados.
En Costa de Marfil se han puesto en marcha proyectos, en colaboración con la UNESCO, que pretenden convertir los residuos de plástico en ladrillos, que luego se utilizarán para construir aulas. El problema más amplio, el de un continente tensionado por una relación económica de explotación, permanece.
El diseño, por supuesto, es una herramienta extremadamente limitada en un marco social más amplio. Dado que el comercio mundial de residuos plásticos, y el comercio de residuos en general, sigue exportando los verdaderos costes de una gestión adecuada de los residuos a las economías más frágiles, es importante que los residuos en la conversación sobre la economía circular no se "diseñen" simplemente y se declaren resueltos.
Es importante tener una conversación más fundamentada, en la que las casas hechas de plástico reciclado en el Sur Global no se traten como una solución general, sino que provoquen cambios críticos en la política y en el actual orden económico mundial.
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